Consorcios económicos
Martín Esparza Flores
A estas alturas del sexenio, muchos mexicanos se habrán preguntado quién realmente condujo durante los últimos años los destinos del país y si su proceder redundó en bien del interés nacional.
Observamos en las últimas semanas una verdadera lluvia de mensajes en los medios de comunicación donde el Presidente trató de hacernos creer en la víspera de su último Informe, que ha sido un hombre comprometido y de firmes convicciones. Pero… ¿realmente lo es o, en algún momento, lo fue?
Los maquillados buenos deseos de última hora no pueden ocultar los mil y un huecos abiertos en la zona de guerra del actual sexenio, producto no sólo de la fallida estrategia contra el crimen organizado sino de otros frentes de la economía y de la corrupción oficial, ésta última ejemplo claro y preciso de que las riendas del país fueron conducidas por poderosos grupos de poder, tanto nacionales como extranjeros, beneficiados por un gobierno dócil que les entregó, “a la carta”, buena parte de la riqueza nacional.
El polémico asunto, llevado a la plaza pública, entre la cadena informativa MVS y funcionarios de Felipe Calderón como el extitular del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, y el secretario de Comunicaciones, Dionisio Pérez Jácome, mostró de lo que es capaz un gobierno intolerante hacia sus críticos. Nadie pone en tela de duda que el trasfondo es una auténtica venganza política, cobrada por el mandatario y los testaferros de su gabinete como parte de lo que ellos consideran la “afrenta” de la comunicadora Carmen Aristegui.
Con la disfrazada “expropiación” de la banda de 2.5 MGz, el gobierno federal no sólo resta poder de difusión a un medio incómodo; además, en un auténtico plan con maña, beneficia de manera directa a su duopolio consentido: Televisa y TV Azteca, como lo hizo también, tras la extinción de Luz y Fuerza, en octubre de 2009, con gente de su partido como los exsecretarios de Energía de Vicente Fox, Ernesto Martens y Fernando Canales Clariond.
El multimillonario negocio para el envío de voz, imagen y datos, el llamado triple play, pudo servir para sanear las finanzas de Luz y Fuerza, reportando con ello un doble beneficio al país: no permitir el saqueo y desmantelamiento de su infraestructura que a los mexicanos les llevó décadas erigir.
Hemos recalcado a las autoridades y a la opinión pública que nunca existió de parte del gobierno de Calderón el interés por salvaguardar la industria eléctrica nacional ni el derecho al empleo de los 44 mil trabajadores del SME, pues hubiera bastado con echar a andar el proyecto del Sindicato Mexicano de Electricistas para crear una empresa paralela a Luz y Fuerza que otorgara el servicio del triple play para haber allegado a las arcas públicas ingresos por más de 100 mil millones de pesos anuales.
Ahora, usted, como muchos miles de mexicanos ya sabrá a manos de quiénes fueron a parar estos cuantiosos recursos financieros y podrá entender también quiénes realmente han llevado las riendas del país en los últimos años.