El Sindicato Mexicano de Electricistas no nació ni se construyó priorizando una alianza con el gobierno en turno, sino impulsando una estrategia sindical clasista que exigía el mejoramiento de sus condiciones de trabajo, la conquista de derechos laborales y la alianza con otros trabajadores en lucha
Paola Martínez*
En medio de un clima revolucionario en México y luego de 8 años de diversos esfuerzos organizativos, los trabajadores electricistas fundan el 14 de diciembre de 1914 el Sindicato de Empleados y Obreros del Ramo Eléctrico, que siete días más tarde cambiaría su nombre por el de Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Teniendo como ejemplo la lucha de los trabajadores tranviarios, el SME nace con toda la beligerancia y conciencia sindical de los obreros que han comprendido lo fundamental que resulta su trabajo en el proceso productivo y para el desarrollo social y económico de su país.
Fueron apenas sesenta trabajadores los que decidieron dejar atrás las Sociedades Mutualistas y las iniciativas cooperativistas, para encausar la lucha de los electricistas a través de la fundación de un sindicato:
“Jamás se imaginaron los capitalistas insensibles, los pulpos insaciables de energías humanas, que el inmenso entusiasmo, que el aplauso delirante que estalló al proclamarse la fundación del nuevo Sindicato, sería el principio de una era nueva de reivindicación y de justicia, y que la fuerza irresistible y avasalladora de la unión había de hacer inclinar con la resignación de la impotencia muchas frentes altivas […]”[i].
El SME no nació ni se construyó priorizando una alianza con el gobierno en turno, sino impulsando una estrategia sindical clasista que exigía el mejoramiento de sus condiciones de trabajo, la conquista de derechos laborales y la alianza con otros trabajadores en lucha, como los telefonistas y tranviarios. Los electricistas hicieron frente a su novatez sindical con decisión y combatividad y ante los despidos, en represalia a su organización, antepusieron la negociación colectiva y bilateral.