May 17, 2015 / El Economista
La reforma energética tan combatida por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), que dirige Martín Esparza, será la salida que tendrá una buena cantidad de trabajadores que no pudieron o quisieron trabajar para la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y ahora prepara, en serio, la creación de una nueva empresa que atienda a la ciudad de México y a su zona metropolitana.
Sabemos de buena fuente que han iniciado los trámites correspondientes ante la Comisión Reguladora de Energía hace apenas un par de semanas y que una de las opciones que tienen en sus planes es usar energía solar y convertirse en un jugador que lo mismo puede participar en la generación que en la distribución y comercialización de electricidad.
¿Van a quedar atrás sus protestas? Eso será otra cosa, lo que es un hecho es que el SME se va a convertir en una empresa con la capacidad de atender a cualquier tipo de usuario y podrá ser lo mismo un intermediario que un generador calificado, al menos sobre esto está trabajando ahora. Justo la creación de las reglas del mercado eléctrico, la apertura tan odiada, es lo que le permitirá dar el salto hacia adelante y ser una empresa privada, como cualquiera que quiera participar, y en sus intenciones está atender a precios de mercado a consumidores industriales, comerciales y domésticos.
El SME, como cualquiera, tendrá que transparentar sus costos de operación y ser eficiente para poder generar ganancias. Se someterá a la regulación de diferentes autoridades (tanto fiscales como energéticas) y no tendrá acceso a los subsidios. De hecho, en el plan general del mercado eléctrico estos recursos llegarán directamente a los consumidores en el primer semestre del 2018.
Su gran ventaja es que sólo está buscando participar en su antigua zona de influencia y podrá ofrecer una gran cantidad de servicios de electricidad; ahora tendrá que tomar decisiones sobre empleados, prestaciones y rentabilidad.
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