El silogismo gubernamental era impecable: extinguida la empresa, necesariamente se extinguiría el sindicato de la misma. Fenecido el contrato entre patrón y sindicato, este último perdería la razón de su existencia. De este modo, Calderón materializó el propósito de matar al SME, antiguo objetivo de los gobiernos pripanistas.
Pero, como solía decir Lenin, la historia da sorpresas. Y para sorpresa de Calderón, de la derecha mexicana y de otros enemigos históricos del sindicalismo libre y, concretamente, del SME, el plan de matar a éste resultó fallido.
De acuerdo con información publicada tanto en la prensa mexicana como en la internacional, el líder nacional del SME, Martín Esparza, hizo público que las negociaciones que la dirigencia de la organización gremial sostenía con el gobierno de Peña Nieto han llegado a su fin, luego de lograr un acuerdo que satisface a ambas partes.
Tras una reunión con el subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, el dirigente de los ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, aseguró que alrededor de 14.500 integrantes del SME recibirán el pago de la indemnización que en su momento no aceptaron, y que, además, se llegó al acuerdo de concluir la entrega de fábricas y talleres por parte del gobierno, mismos que habían sido “requisados” (sustraídos, secuestrados) durante el proceso de extinción de Luz y Fuerza del Centro.
El líder sindical señaló que la empresa cooperativa de generación de energía eléctrica, Generadora Fénix, opera desde el mes de noviembre pasado, misma que fue fundada por ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, la cual ya podrá competir libremente en el mercado de energía eléctrica.