21-Octubre-2010
La impronta pendenciera del secretario del Trabajo ha generado un conflicto, en apariencia menor, entre esa dependencia del Ejecutivo y el Senado de la República. Desde que, convertido al panismo desde su práctica priista asumió la Secretaría a la que compete la política laboral y debiera también ocuparse de la previsión social, Javier Lozano impuso un sello personal de rijosidad al desempeño de una porción relevante de su encomienda. Ignorante de la tradición conciliatoria de esa Secretaría, ha preferido el enfrentamiento abierto, abusivo porque lo hace desde el poder, contra agrupaciones sindicales y sus dirigentes, a los que encara como si se tratara de riñas personales.
Ése es el caso bien conocido de su trato con el sindicato minero y Napoleón Gómez Urrutia y el SME y Martín Esparza. Su actitud respecto de estos últimos lo ha conducido a desacuerdos con el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, quien a su llegada a ese ministerio pareció decidido a negociar con los electricistas los muchos puntos en que es posible la conciliación. Pero Lozano lo ha atajado y con ello complicó la tarea de su compañero de gabinete, que llegó al cargo necesitado de mostrar que no obstante su inexperiencia y lejanía de los asuntos nacionales era capaz de enfrentarlos con un nuevo estilo.
La intolerancia de Lozano ante la crítica a sus tareas lo ha llevado a ser huésped frecuente de las secciones de correspondencia de los diarios en que se expresan opiniones que cree desfavorables.
Ése es el caso bien conocido de su trato con el sindicato minero y Napoleón Gómez Urrutia y el SME y Martín Esparza. Su actitud respecto de estos últimos lo ha conducido a desacuerdos con el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, quien a su llegada a ese ministerio pareció decidido a negociar con los electricistas los muchos puntos en que es posible la conciliación. Pero Lozano lo ha atajado y con ello complicó la tarea de su compañero de gabinete, que llegó al cargo necesitado de mostrar que no obstante su inexperiencia y lejanía de los asuntos nacionales era capaz de enfrentarlos con un nuevo estilo.
La intolerancia de Lozano ante la crítica a sus tareas lo ha llevado a ser huésped frecuente de las secciones de correspondencia de los diarios en que se expresan opiniones que cree desfavorables.