Una de las columnas políticas mejor informadas de México es “Templo Mayor”, del diario Reforma. Lo que se lee este lunes acerca del senador panista Javier Lozano es terrible. Vaya tipejo arrogante y vulgar.
La columna de Reforma empieza diciendo que el “panista Javier Lozano es un gran conocedor de música clásica”, y seguramente lo es, pero eso no le quita lo patán.
Para el Reforma, lo que pasa es que a Lozano le hacen falta unas buenas clases de civismo. Creo que también le hacen falta unas lecciones de ética y humildad.
¿Por qué? Porque las personas que asistieron el domingo “a la sala Ollin Yoliztli a disfrutar Rigoletto, de Giuseppe Verdi, se llevaron una desagradable sorpresa”.
El protagonista del espectáculo lamentable no fue ninguno de los músicos o los cantantes, sino el señor Lozano.
Y es que, dice la columna de Reforma, “la función era al estilo como-llegues-te-sientas, porque la entrada era general”.
O sea, no había asientos reservados para nadie, excepto para las personas con discapacidad… Pero don Javier Lozano, hoy panista pero educado en la vieja escuela del PRI autoritario, piensa que todo un señor senador no es un Don Nadie para irse a sentar en la localidad general.