Nombre: Israel Cristian Ochoa Rosales
Comienzo huelga de hambre: 26 de Abril
Puesto en LyFC: Conexiones instaladores & sindicato
Edad: 34
Se llama Israel y cuando algún compañero viene de visita y le pregunta por qué está aquí, contesta con absoluta modestia que le tocó en el sorteo. No es cierto. Está aquí porque quiere. También porque siente que sería una traición que él, compañero suplente del sindicato durante cinco años, no estuviera aquí para defender a sus más de ciento cincuenta compañeros de sección. Comenzó a trabajar en Líneas Aéreas, pero a los tres años se pasó a Conexiones Instaladores, la sección de su padre, donde se ocupan de la instalación de las líneas de alta y mediana tensión. Cobraba 6300 pesos (unos 370 euros) mensuales por manejar líneas de 23000 a 85000 Voltios. Cuatro años más tarde le ofrecieron el puesto de compañero suplente en el sindicato y le gustó la idea de trabajar en la Representación Sindical. Siguió cobrando exactamente lo mismo, pero pasó a trabajar en oficinas, donde aprendió a lidiar con las peticiones de sus compañeros, a participar en marchas y plantones y a convivir con gentes nuevas. Descubrió que le gustaba la resistencia activa. Ahora, enjaulado en esta carpa mientras espera que alguien, o algo, se digne a posar su mirada sobre él y sus compañeros, dice que la resistencia pasiva, con su lento correr del tiempo, es mucho más dura.
Fue por la misma época en que entró al sindicato en que nacieron sus dos hijos. El nacimiento de su hija coincidió con el aniversario de la nacionalización de la industria eléctrica, y el de su hijo cayó un día después del aniversario de la creación del sindicato de electricistas. Parecía que los astros se alineaban a su favor para indicarle cuál era su camino. A punto estaba de ser ascendido a compañero propietario y comenzar a obtener, ahora sí, ciertas mejoras en su calidad de vida, como bonos de transporte y comida, cuando se decretó el cierre de LyFC. Confiesa ahora que tal vez no valoró lo que tenía en su justa medida hasta haberlo perdido. Apretó la necesidad y le ofrecieron cincuenta mil pesos por su Jetta. Con lo que le dieron se compró un Corsa por cuarenta y tres mil. La alegría le duró dos semanas, el tiempo que tardaron en robarle el Corsa mientras él estaba en una junta del sindicato.
Un primo le dio un caballo en pago de una deuda. Tras la extinción de LyFC optó también por vendérselo y con lo que le dieron se compró cien pencas de nopal, que plantó en el terrenito de su pueblo. El nopal creció bien, y ahora le da esperanza. Dice que es una planta noble, fuerte, que da poco trabajo y crece sola. Él es de Palpan, un pueblo de unos ochocientos habitantes de los cuales aproximadamente una cuarta parte son empleados de LyFC, en activo o jubilados. Hasta cinco hombres de Palpan se hallan en huelga de hambre bajo esta carpa, en representación de sus compañeros. Uno de ellos es Leonardo. A escasos cinco kilómetros de Palpan se halla la gran presa de Alameda. En su construcción se emplearon muchos de los abuelos de estos hombres y mujeres y fue así como este pueblo se convirtió en nido de electricistas. Las tradiciones de Palpan comenzaron entonces a mezclarse con las celebraciones del sindicato, al punto que a la toma de protesta de un representante de Alameda sigue por tradición un jaripeo en el pueblo. Ahora, la gran presa de Alameda está callada, como lo están Necaxa y Tepuxtepec y tantas otras. Sólo la CFE vende ahora, convertida cada vez más en simple intermediario, la energía producida por empresas españolas.
http://www.untrabajadorunahistoria.blogspot.com/