Ya no es como antes de octubre del 2009. Ahora, aparte de hacer la comida, los quehaceres de la casa y llevar a la escuela a sus hijos, tienen que estar en actos como éste, afuera de la Cámara de Diputados, con sus maridos. Al grito de “¡esme, esme, esme, esme!”, con el puño en lo alto, las mujeres del Sindicato Mexicano de Electricistas están en la misma lucha de sus esposos, para que el Gobierno les regrese el empleo, después de la extinción de Luz y Fuerza del Centro.
Tres mujeres están sentadas juntas, frente a las vallas que marcan el acceso a la Cámara de Diputados, sobre la calle Emiliano Zapata. Al lado de ellas, descansa un cartel que reza: ¡ALTO! Disculpe las molestias de este movimiento. Mujeres y hombres luchando por su trabajo.
Josefina Govea está en un banquillo. Ataviada por un mandil rojo, que abajo muestra una sudadera blanca. Viene desde Ecatepec. Es esposa de un trabajador de un ex trabajador de la extinta compañía Luz y Fuerza del Centro, al que le faltaban seis meses para jubilarse, después de casi 27 años de trabajo.
"No se me hace justo... 44 mil personas a la calle", sopesa la acción de Felipe Calderón.
-¿Y por qué la mayoría decidió liquidarse?- se le cuestiona.
"Porque fue con el engaño de que los iban a recontratar, lo que sólo ha sucedido con unos cuantos. A la mayoría de los que yo conozco, que cobraron (la liquidación que les ofreció el Gobierno Federal), por ejemplo mi cuñado, no les ha funcionado. Es que nosotros no somos empresarios", justifica en medio de la música a todo volumen que se escucha.