Elvira es una trabajadora. Lleva 19 meses en resistencia para lograr su recontratación en una empresa que sustituya a la que destruyó el presidente pelele Felipe Calderón.
Tomás Oropeza
Bajo el sol que cae a plomo, el zócalo de la capital mexicana esta cubierto de decenas de tiendas de campaña y grandes carpas de lona bajo los cuales se desarrolla la vida de cientos de electricistas que siguen resistiendo el autoritarismo de Felipe Calderón a 19 meses de que la compañía de Luz y Fuerza del Centro (CL y F) fuera liquidada por un decreto anticonstitucional dado a conocer horas después de que el ejército tomara las instalaciones, oficinas y plantas eléctricas donde laboraban más de 45 mil trabajadores que fueron lanzados a la calle.
Venta de raspados, tacos de carnitas y suadero, aguas frescas, playeras con estampados del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), cachuchas, cds, artesanías, sirve para que los electricistas obtengan algunos centavos para llevar a sus familias.
Hoy el zócalo es un muestrario de los empleos inventados por los trabajadores para sobrevivir la política económica del presidente de facto, quien hizo su campaña electoral prometiendo la creación de plazas laborales y seguridad. Pero en sus cuatro años de mal gobierno el país se ha convertido en un sangriento escenario donde la delincuencia y los militares han matado a cerca de 40 mil mexicanos y desaparecido a diez mil.
Hoy el zócalo es un muestrario de los empleos inventados por los trabajadores para sobrevivir la política económica del presidente de facto, quien hizo su campaña electoral prometiendo la creación de plazas laborales y seguridad. Pero en sus cuatro años de mal gobierno el país se ha convertido en un sangriento escenario donde la delincuencia y los militares han matado a cerca de 40 mil mexicanos y desaparecido a diez mil.