jue 15 dic 2011
Como partido de futbol, y como resultado de una ley un tanto absurda y la búsqueda de nuevos horizontes (forma elegante de decir huesos nuevos) se vuelven a dar ajustes en el equipo de trabajo cercano de Felipe Calderón 15 minutos antes que acabe el encuentro: sale el secretario del trabajo, Javier Lozano, de la función pública, Salvador Vega y el secretario particular del presidente Roberto Gil. Entran Rosalinda Vélez Juárez, quien fungía como procuradora federal de la defensa del trabajo, Rafael Morgan Ríos, quien se desempeñaba como subsecretario de Gestión Control y Auditoria y el compadre de FCH Tarcisio Rodríguez, quien era director general de Caminos y Puentes Federales de Ingreso y Servicios Conexos. Los dos primeros en busca de escaños en el senado y de Roberto Gil se dice se integra a la campaña de JVM. Un equipo emergente para sortear lo que quizá sea el año más complicado del sexenio.
Hemos pasado en estos dos sexenios a los extremos, de los Head Hunters de Vicente Fox, al compadrazgo de FCH. Si el PAN se quejó desde la oposición de los políticos plurifuncionales del PRI, que pasaban de una secretaria a otra sin el menor rubor, en el mandato de Calderón se exponenció. Sin en el PRIATO bastaba ser un político experimentado para ser secretario de estado (sin importar la cartera) en el PAN 2006-2012, la amistad se convirtió en el único requisito. Por eso parte del reclamo de muchos ciudadanos desilusionados que votaron por el PAN, es que reeditaron muchos de los grandes vicios del PRI que ellos mismos denunciaban.
Generalmente los actos en donde se anuncian los cambios de gabinete tienen por costumbre ser grises y acartonados, pero el de ayer no tuvo desperdicio. El discurso de despedida de Roberto Gil, es una joya. “Sé que esa invitación (a la secretaria particular) tuvo que ver más con el inmerecido aprecio del presidente hacia mi persona que con algún talento que yo pudiera ofrecerle hasta aquí no hay porque sorprenderse, es el común denominador del equipo cercano al presidente, lealtad y amistad antes que capacidad)... aprendí de sus consejos, sus regaños, todos ellos por cierto por demás merecidos (más que un padre, pues)... se lo he dicho en privado pero no me puedo ir sin decírselo también en público, Yo quiero algún día ser como ud. señor Presidente.. (¡Vaya deseo!) una fuerza superior, la mano invisible del destino o Dios, ha tenido el cuidado, la generosidad de prestarnos al mejor presidente de México (sin duda la mejor declaración del sexenio)”.