El fortuito de un accidente en una planta generadora de energía eléctrica de la firma belga Tractebel, cuyas consecuencias paralizarán un año su producción, dejó al desnudo, una vez más, la laxitud con que el gobierno ha permitido la privatización de las tareas que la Constitución le otorga en exclusiva a la Comisión Federal de Electricidad
La firma extranjera, a contrapelo de las limitantes a la acción de los particulares previstas en la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, le vendía el fluido generado al Grupo Vitro, la principal fabricante de vidrio en el país.
De acuerdo al ordenamiento aprobado por la aplanadora priista en el Congreso durante el sexenio salinista, concretamente en 1992, existen tres vías para que los particulares generen energía eléctrica: para autoabastecimiento, para cogeneración y como productor independiente.
En el primer caso, se permite la posibilidad de venderle excedentes hasta un límite determinado a la Comisión Federal de Electricidad; en el segundo se regula la producción por la paraestatal, y en el tercero se permite, bajo ciertas modalidades, ofrecer el fluido a terceros bajo sanción de la empresa pública.