AMN.- A finales del 2008, el inquilino de Los Pinos, fue informado de que en la Cofetel, figuraba una misteriosa solicitud hecha por el Sindicato Mexicano de Electricistas -SME-, para operar a través de las instalaciones de cobre de Luz y Fuerza del Centro - LyFC -, telefonía, televisión e internet, completamente gratis para las escuelas y universidades del país y con precios accesibles a cualquier obrero mexicano.
“¿El incómodo y combativo SME metido en Telecomunicaciones? Eso jamás”. Entonces Felipe Calderón decidió tomar dos acciones: acabar con LyFC y el SME; y entregar a Televisa y a la telefónica española Movistar, mil kilómetros de fibra óptica, que representan un botín anual de 6 mil millones de pesos.
La fibra óptica es un medio de transmisión empleado habitualmente en redes de datos, y se utilizan ampliamente en telecomunicaciones, ya que permiten enviar gran cantidad de datos a una gran distancia, con velocidades similares a las de radio y superiores a las de cable convencional.
Felipe Calderón aprovechó las controvertidas elecciones internas del SME, y la noche del 11 de octubre del 2009, a la hora en que salen los espantos, la fuerza pública tomó el control de las instalaciones de LyFC y apresó a muchos de sus trabajadores que permanecían de guardia. Cuarenta y cuatro mil trabajadores activos y 22 mil jubilados, se quedaron en el desamparo total. Se quedaron sin chamba.
De esa manera, Felipe Calderón y el PAN, históricamente odiadores del sindicalismo mexicano, crearían un conflicto social que a tres años, aún está en las calles del DF, los estados de México, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala, exigiendo ser reinstalados en la CFE como patrón sustituto, o alguna otra empresa creada por el Estado, para proporcionar el servicio eléctrico, donde lo hacía la extinta LyFC, y de sus gargantas no se apaga el grito que maldice por siempre a este régimen panista.