La empresa de Azcárraga Jean también estuvo involucrada en el estupendo negocio del manejo de la fibra óptica de Luz y Fuerza del Centro, que llevo a Felipe Calderón a decretar la extinción de esa empresa paraestatal y poner de patitas en la calle a los integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) con el único propósito de favorecer los intereses del dueño de Televisa.
Detrás del conflicto del SME, que inició por un simple diferendo sindical, siempre estuvo la licitación de la fibra óptica, un jugoso negocio que aún malbaratado le proporcionaría a la administración calderonista ingresos por al menos 45 mil millones de pesos por los derechos para el uso de la fibra óptica que deberán cubrirse en un plazo de cinco años, “empezando a pagar tan sólo el 5 por ciento del total del valor en el año 2010”. Además, se condonó por dos años el pago de derechos de las compañías que obtuvieran la concesión de la banda de 1.7GHz.
La liquidación de LFC y la campaña de linchamiento contra el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) respondió a un plan de negocios del triple play. Detrás del golpe del calderonismo al SME estuvo siempre el interés de apropiarse de la fibra óptica, que se convirtió en cotizado botín por los principales grupos de telecomunicaciones. Para mayor plusvalía, LFC operaba en el Valle de México, la zona de mayor volumen de población y considerada el mejor mercado para los servicios de Internet por banda ancha, junto con video, audio y telefonía. Esa red tiene un valor de al menos 2 mil millones de dólares. La fibra óptica se ha revaluado en el mundo como uno de los Carriers más importantes y eficientes, alternativo a la red de cable y de telefonía para dar los servicios de tripe y cuádruple play.