Por: Francisco Rodríguez
GRACIAS, SEÑOR CALDERÓN. La guerra ya es particularmente cruel y sangrienta. Es una guerra civil, en la que también se enfrentan los partidos políticos y sus candidatos a puestos de elección popular. Ya es una confrontación que se caracteriza por las masacres, emboscadas, linchamientos y asesinatos selectivos.
Gracias, don Felipe. Ya casi no hay familias en la que no se hable de cómo alguno de sus miembros, vecinos o conocidos fuera asaltado, secuestrado, asesinado, descuartizado, mutilado o despellejado estando vivo.
Gracias, señor Calderón, pues como es de suponerse, el rencor y el odio engendrados con estos actos, no serán fácilmente borrados en mucho tiempo.
Gracias, don Felipe, porque muchos de quienes han asaltado, secuestrado, asesinado… están libres y, peor todavía, si han sido capturados no han sido sometidos a un proceso penal.
Gracias, señor Calderón, porque usted sabe que muchos de los líderes de estas operaciones de exterminio se han convertido en los pilares de una nueva sociedad, pues se han apropiado de los bienes de sus víctimas, creando una nueva oligarquía de guerra, principalmente en los pueblos y entidades donde se constituyen como los nuevos terratenientes, mientras otros ya asumen cargos como alcaldes, gobernadores, jueces, notarios, etc.
Gracias, don Felipe, pues México es un país donde el genocidio no sólo no se castiga, sino que incluso se premia.
Gracias, señor Calderón, porque las injusticias sociales y la falta de una verdadera democracia representativa, permite que surjan nuevos y diferentes movimientos políticos clandestinos y otros grupos guerrilleros.
Gracias, don Felipe, pues merced a su guerra, algunos miembros de las fuerzas públicas recurren a la tortura, la violación, el homicidio y la desaparición de algunos elementos capturados, sean o no delincuentes.
Gracias, señor Calderón, pues como es de suponerse, el rencor y el odio engendrados con estos actos, no serán fácilmente borrados en mucho tiempo.
Gracias, don Felipe, porque muchos de quienes han asaltado, secuestrado, asesinado… están libres y, peor todavía, si han sido capturados no han sido sometidos a un proceso penal.
Gracias, señor Calderón, porque usted sabe que muchos de los líderes de estas operaciones de exterminio se han convertido en los pilares de una nueva sociedad, pues se han apropiado de los bienes de sus víctimas, creando una nueva oligarquía de guerra, principalmente en los pueblos y entidades donde se constituyen como los nuevos terratenientes, mientras otros ya asumen cargos como alcaldes, gobernadores, jueces, notarios, etc.
Gracias, don Felipe, pues México es un país donde el genocidio no sólo no se castiga, sino que incluso se premia.
Gracias, señor Calderón, porque las injusticias sociales y la falta de una verdadera democracia representativa, permite que surjan nuevos y diferentes movimientos políticos clandestinos y otros grupos guerrilleros.
Gracias, don Felipe, pues merced a su guerra, algunos miembros de las fuerzas públicas recurren a la tortura, la violación, el homicidio y la desaparición de algunos elementos capturados, sean o no delincuentes.