Arturo Rodríguez García (Proceso)
Los saldos de Calderón
El león yace en la sabana. Es un macho de majestuosa melena
vencido por la bala certera del intrépido trampero que se fotografía rifle en
mano y con gesto triunfante. Matar a un león macho es difícil en estos tiempos.
Son tan pocos que sólo 8% de los cazadores logra dar muerte a uno.A esa conclusión llegó el organismo británico Lion Aid en un estudio difundido en diciembre último. Apunta que sólo quedan 25 mil ejemplares en el mundo, de los cuales 2 mil 500 son machos. Matar uno cuesta 35 mil dólares (alrededor de 430 mil pesos mexicanos), según referencias periodísticas.
Otra imagen. Un elefante derribado sirve de tapete al mismo cazador que reposa sobre el cuerpo del animal. Apoya una de sus manos sobre el gigante caído, mientras alza la otra y muestra su pulgar. En la siguiente fotografía se observa su sonrisa entre los colmillos del paquidermo; la escopeta se erige en paralelo a las puntas de marfil.
En la mayoría de los países matar un elefante es motivo de cancelación de licencia de caza y una multa millonaria. En la Universidad de Washington se estima que en el mundo quedan 460 mil elefantes africanos, descontando el que mató el cazador de las fotos.
El año pasado, cuando se desató el escándalo del rey de España, Juan Carlos de Borbón, el diario madrileño El Mundo reveló que cazar un elefante en Botsuana, por ejemplo, rondaba los 30 mil euros, sin incluir el costo del viaje.
Hay más imágenes con piezas en peligro de extinción. En una de ellas el cazador lleva en sus hombros un leopardo; en otra, levanta la cabeza de una gacela muerta para simular que aún está viva; una más, lo muestra bajo una cornamenta colgada en la pared.
Un borrego cimarrón, un robusto antílope kudú, un antílope sable y un búfalo africano; todos ellos forman parte de la fauna rendida a los pies del intrépido cazador y al cañón de su escopeta; lo mismo que una terrible hiena moteada transfigurada en un peludo fiambre.
Él se ha retratado –casi siempre solo o con africanos que visten harapos– con faisanes que cuelgan de sus manos como plumíferos racimos; también con una cebra cuya piel probablemente terminará convertida en tapiz en su sala de trofeos.
Como corresponde al estilo de vida del personaje que aparece en las fotografías, éstas muestran abundantes porciones de caviar y escargots (caracoles de tierra), los exquisitos manjares del jetset.
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