Luis Carriles / El Economista
La Ley de la Comisión Federal de Electricidad (Ley CFE) que busca transformar a la paraestatal en una empresa productiva
del Estado tiene en las prácticas corporativas la construcción de una holding
eléctrica donde se participe de manera activa en una serie de negocios, se
compita en un mercado abierto y regulado, con los nuevos participantes del
mercado.
Con el cambio legal, la compañía mantiene a 100% su actual sistema de
operación en todas las áreas, pero modifica sus criterios creando, por ejemplo,
la comercialización para el sector doméstico, donde se aplica un subsidio al
consumo y área para los grandes consumidores —mayoristas— que podrán adquirir la
electricidad de la CFE u otro generador porque, a partir de la reforma, este
mercado está abierto a la competencia.
La CFE debe realizar actividades de generación, transmisión,
distribución, comercialización de servicio básico, comercialización distinta a la de servicio
básico y las actividades auxiliares o conexas a la industria eléctrica de manera
independiente entre ellas.
“Para este efecto establecerá la separación que se requiera entre sus
divisiones, regiones, empresas productivas subsidiarias y filiales para
salvaguardar el acceso abierto, la operación eficiente de la industria eléctrica
y la competencia”, se consigna en el artículo 10.
El nuevo Consejo de Administración (CA) de la entidad, planteado en la Ley
CFE, será el responsable de definir las políticas, lineamientos y visión
estratégica de la empresa, pero además de lo que hagan las empresas productivas
subsidiarias y empresas filiales.
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