GRUPO REFORMA Lunes 3 de mayo de 2010
Reportero: Érika Hernández
Orlando López decidió ser uno de los 72 agremiados del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que desde hace ocho días se mantienen en huelga de hambre en una carpa instalada en el Zócalo capitalino.
El joven de 32 años de edad reconoció que en los primeros tres días la sensación de vacío en su estómago lo hizo dudar si valía la pena poner en riesgo su vida por una causa que para muchos está pérdida: que el Gobierno del Presidente Felipe Calderón revierta la desaparición de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.
“Fue muy difícil los primeros días, pero te vas convenciendo de que no hay otra manera de luchar por tus ideales, porque lo demás -marchas, plantones o mítines- no ha hecho reflexionar a Calderón sobre el daño que ha causado a miles de familias.
“A veces siento estar flotando y el cuerpo llega un momento que te pide alimento, así que también hay que convencerlo de que será difícil pero debe resistir”, dice el activista originario de Pachuca, Hidalgo.
Desde el lunes pasado, Orlando está en una carpa sin ventilación, donde hay 50 catres plegables y cuyo espacio entre uno de otro es de 30 centímetros.
Durante el día, el calor alcanza hasta 30 grados centígrados. Cinco ventiladores trabajan a todo lo que dan para aminorar la temperatura. En la madrugada resienten un viento frío que los hace buscar cobijas.
La jornada de ayuno de Orlando comienza a las 7:00 horas, cuando llegan 10 compañeros más para sumarse al movimiento. Luego, realiza su aseo personal y del campamento. Por la tarde los visitan familiares o amigos.
En refrigeradores ubicados a la entrada de las carpas bolsas de hielo cubren decenas de sueros orales y botellas de agua que se consumen todos los días en el campamento.
El tiempo, dicen algunos electricistas, transcurre entre la lectura de periódicos, libros, historietas, revistas o juegos de video o películas.
Orlando ingresó a la Compañía de Luz y Fuerza cuando tenía 14 años y ascendió al puesto de mecánico electricista.
“Cuando cerraron la empresa busqué trabajo allá en Pachuca y lo mejor que me pagaban eran 700 pesos a la semana en una fábrica”, relata.
La esperanza
Admite que ha tenido que recurrir al médico por los mareos que siente, sin embargo, asegura que si se llega a poner grave antes de que Calderón cambie de opinión, entonces decidirá si continua o suspende la huelga.
“Tenemos la esperanza de que el Gobierno se dé cuenta de la importancia de la empresa”, plática mientras en la carpa irrumpen hijos de otros trabajadores gritando la consigna “Aquí se ve, la fuerza del SME”.
Cuestionado sobre si se pondría en huelga de hambre, el dirigente del SME, Martín Esparza, consideró “indignante” que los medios de comunicación piensen en eso, cuando hay 72 personas que, por decisión propia, están en ayuno.
“No fuera uno de los que se murió en Cuba porque entonces harían una campaña en contra del Gobierno. Es mejor morir que estar en un País donde todos los días se violan los derechos de los trabajadores. Si algo le pasa a las 72 personas, será responsabilidad de Calderón”, añadió.
