De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Es el pueblo de México el que sigue pagando los errores cometidos desde la administración del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Cuando desde la cúpula gubernamental se decidió la extinción de la empresa Luz y Fuerza del Centro y, por ende, del Sindicato Mexicano de Electricistas, sobraron argumentos para ello.
Los abusos cometidos por los trabajadores, la ineficiencia de la empresa, los subsidios que recibía, el pésimo servicio otorgado por los trabajadores, la escasa respuesta a las necesidades del servicio, así como la duplicidad de empresas, parecían razones suficientes para respaldar al gobierno.
Fuimos muchos los que mostramos conformidad con los razonamientos y más todavía, cuando nos anunciaron tarifas justas, sin abusos, mayor capacidad de respuesta y mejor servicio.
Todavía más favorable, al saber que los trabajadores del SME recibirían indemnizaciones por encima de lo que les correspondía y que, incluso, casi la mitad de ellos serían recontratados y otros más serían apoyados para la creación de sus propias empresas, las que serán favorecidas dentro de las licitaciones y requisiciones de la fortalecida Comisión Federal de Electricidad.
Se sabía que el SME era un sindicato combativo, duro, radical y que la decisión enfrentaría mucha resistencia, pues los 40 mil miembros del mismo y sus familias componían un impresionante número de personas que tenían que ser convencidos de las bondades de lo ofrecido por el gobierno federal.
La historia de lo ocurrido con el sindicato es de todos conocida, cerca de la mitad de los sindicalizados no aceptaron la negociación y se mantienen en pie de lucha. Con frecuencia inusitada toman las calles y llegan a desatar violencia. Su movimiento generó una polémica huelga de hambre que fue levantada apenas hace unos días y los dirigentes del SME sostienen nuevas pláticas con nuevos personajes sembrados en el gobierno federal, donde las peticiones son las mismas que vienen sosteniendo desde hace casi 10 meses.
Qué fue lo que cambió y cuántos de los ofrecimientos del gobierno se pudieron cumplir, en realidad pocos.
La oferta de empleo y recontratación se quedó en unos cuantos, las empresas formadas por los trabajadores y las franquicias que les serían otorgadas tampoco fueron aterrizadas. El sindicato sigue en pie de lucha y las negociaciones continúan en los mismos términos del pasado.
¿Pero el servicio de los proveedores de energía eléctrica si mejoró? Tampoco, las deficiencias siguen asomando por todos lados, el robo de luz es una constante y para colmo, el cobro de la misma aumentó en un 200 y 300 por ciento en la mayor parte de las casas habitación y los negocios.
Cuando asumió el control de la empresa Luz y Fuerza del Centro, la Comisión Federal de Electricidad anticipó que por la premura, los recibos traerían las mismas cifras del anterior a la extinción de la empresa, pero que después se harían los ajustes para evitar cobros excesivos.
Hoy, eso fue una quimera y las tarifas crecen desmesuradamente, el servicio no mejora y la paciencia del pueblo se agota.