Domingo 10 de octubre de 2010, p. 4
En julio pasado, Agustín Salinas Pérez, de 21 años, procedente de un pueblo indígena del norte de Puebla, llegó a Ixtapaluca, estado de México, para buscar empleo. Enseguida, su tía lo puso en contacto con una señora que le dijo que había trabajo en el Distrito Federal podando árboles, cuyas ramas obstaculizan el cableado de energía eléctrica.
La paga era de mil pesos a la semana, con horario de ocho de la mañana a cuatro de la tarde, de lunes a sábado, no sin antes advertir que laraya
le sería entregada en efectivo y que no tendría prestaciones ni Seguro Social. Ante la necesidad de enviar algo de dinero a su familia, Agustín aceptó.
Menos de tres semanas después, trepado en un árbol, recibió una descarga eléctrica que le provocó graves lesiones en las extremidades inferiores y en los genitales.
El jefe de la cuadrilla llamó a los bomberos, quienes se negaron a bajar al joven accidentado. Como pudo, el coordinador de estos trabajos de poda lo bajó, ayudado de unas cuerdas, y lo llevó al hospital Rubén Leñero, en donde ha sido intervenido quirúrgicamente varias veces.