Fabiola Martínez, Laura Poy y Arturo Jiménez
Periódico La Jornada
Sábado 14 de septiembre de 2013, p. 3
Sábado 14 de septiembre de 2013, p. 3
En cinco minutos, la Policía Federal (PF) tomó el control del
Zócalo capitalino y los pocos maestros que para las 4 de la tarde con 15 minutos
permanecían sobre la plancha, corrieron veloces para escapar de las hileras de
uniformados que ingresaron a trote por un costado de Palacio Nacional. Para el
operativo de
recuperaciónde la Plaza de la Constitución fueron enviados 3 mil 600 integrantes de la PF.
Cuando a las 4 de la tarde venció el ultimátum que dieron los gobiernos federal y capitalino para que el Zócalo fuera despejado, algunos profesores –no más de 30 en cada esquina de la plancha– tomaron palos y tubos, pero la fuerza policial no les dio oportunidad de nada.
Los policías, armados con toletes, escudos, chalecos antibalas, cascos, rodilleras y espinilleras, así como dispositivos para lanzar gases lacrimógenos, ingresaron por la calle Moneda y avanzaron por el frente de la Catedral, seguidos por dos tanquetas antimotines. De manera simultánea, otra hilera de elementos policiales aparecía en Brasil y Monte de Piedad para formar, con destino a la plaza, una pinza humana de arrastre.
En plena carrera, un joven hizo un alto para lanzar una piedra y atrás de él, dos más arrojaron los palos que traían en la mano. No más. La prioridad era huir.
¡Despejen, váyanse, lárguense!, gritaban furiosos los mandos, al frente del contingente de uniformados.
Maestros, reporteros, fotógrafos, camarógrafos y uno que otro transeúnte atrapado en la zona fueron replegados a las calles aledañas que para ese momento sólo conducían a otras vallas, las de escudos y toletes de federales asignados a la tarea de limpiar el primer cuadro del centro de la capital.
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