07 junio 2010

¿SMEjor ahora?

Escrito por Dr. Óscar Dorado, el 07-06-2010

No cabe duda que las lluvias se han atrasado sustancialmente este año de Centenario y Bicentenario.

En los últimos años, para mediados de mayo, los mexicanos, particularmente los morelenses, ya habíamos tenido uno que otro chubasco, a tal nivel que nuestra selva baja caducifolia para estas fechas ya estaba exuberantemente verde. Pero este pasado sábado 5 de junio cayó la primera lluvia “oficial”, la cual originó ciertos trastornos (como lo fue el corte de energía eléctrica en la colonia en la que vivo). Definitivamente dicha velada no fue nada agradable, ya que la “agüita” alborotó todavía más el calor, peor aún lo transformó en húmedo y bochornoso.
Fueron 18 horas las que nos la pasamos como ostras: sin luz, sin hielos, sin TV, con calor, y con flotillas de mosquitos que hasta llegué a querer, pues llevaban mi propia sangre, y la de toda mi familia. Por ahí de las 10 p.m. se me ocurrió llamar a la flamante Comisión Federal de Electricidad (CFE) para pasar la queja, buscando –supuestamente- regresar a la normalidad de nuestra vida cotidiana. Tengo que confesar que tenía algunas esperanzas de que las cosas se resolvieran, ya que sus spots comerciales que pasan por la tele la hacen ver como una empresa de calidad mundial. La señorita, bueno, la telefonista (para no errarle) fue muy agradable y me comentó que no me preocupara, que ya tenían un reporte anterior y que solucionarían en breve el corte de la electricidad. Tres horas después volví a marcar y me contestó un joven que igualmente me dijo “no se preocupe, ya estamos trabajando en ello, y en breve se reiniciará el servicio”. No obstante, la penumbra seguía y mi agua de jamaica que estaba en el “refri”, más bien parecía caldo.
A la mañana siguiente -como decían en la serie de Batman (en blanco y negro)- todo desvelado, hambriento y lleno de granos, cual vil enfermo de viruela, llamé una vez más a la CFE y me contestaron: “Muy buenos días, ¿cómo está usted, podemos servirle en algo?” Todavía mi impaciencia no llegaba a los niveles equiparados con el genio que llevo adentro, contesté: “no se preocupe por mi vida privada, necesito que ya finalmente conecten la electricidad”. “Claro, señor, para eso estamos”, respondió el improvisado tercer “solucionador” de problemas. Al explicarle una vez más la causa de mi llamada, me dijo: “señor, proporcióneme el número de queja”. “De qué me está hablando”, pregunté casi eufórico. “Lo que pasa es que no tengo ninguna queja de esa colonia”, comentó el “telefonisto” en turno. Esta respuesta me hizo concluir que estos cuates no tienen ni del área en la que están trabajando. Sin embargo, debo confesar que todos ellos fueron extremadamente amables, ¿pero de qué me sirve su amabilidad?, se portaron como un “té de manzanilla”: caen bien pero no sirven pa’ nada.
Ya por ahí de las 11 de la mañana se me ocurrió llamarles una vez más a los atentos “servidores” de la CFE. Sí, por supuesto, me contestaron lo mismo. Después de gastar el crédito de mi descargado celular, me di por vencido y me fui a comprar dos bolsitas de hielo para intentar salvar la comida que, con mis vales de despensa, recién había adquirido un día antes. Me sentí como el programa de Dicovery Chanel: “Sobreviviendo”.
Dijera mi abuelita, “¡Ah, cómo extraño aquellos tiempos señor Don Simón!”, cuando estaba la tan maltratada Compañía de Luz y Fuerza del Centro (CLFZC). Recuerdo que con ellos, uno tenía una respuesta en pocas horas, pero de no ser así, todos teníamos un “cuate” en la empresa, y más temprano que tarde se resolvían los cortes de energía. Pero en realidad ¿SMEjor ahora? Para muestra un segundo botón: a las pocas semanas de que el gobierno federal tomó la desafortunada decisión de extinguir la CLFZC, un camión repartidor de refrescos trozó un cable de luz que alimentaba mi casa. Llamé a la CFE y después de tres días (y 17 llamadas a la empresa), nadie llegó, tuvimos que conectar el cable como Dios nos hizo entender, con todos los riesgos (y toques) que esto implicaba.
¿Y qué ha sido de nuestros amigos del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) de la CLFZC? La respuesta es muy simple y triste: se quedaron sin trabajo, han sido golpeados, y muchos de ellos se encuentran demandados por defender sus derechos. ¿Y dónde está la “activa” y “defensora” clase política? ¿Dónde están los hombres y mujeres progresistas del país? ¿Por qué han tenido una posición tan tibia? ¿Será que una buena “luz” se cruzó por su conciencia? Digo, yo nada más pregunto.



Fuente: diariodemorelos.com
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